Homilía para el domingo 8 de enero de 2017

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Buscar y encontrar a Jesús

epifania-a-17

Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía del Señor. Epifanía significa manifestación. En este caso se trata de la manifestación de Dios al mundo en nuestra carne mortal. Su Hijo, al que José le puso el nombre de Jesús, se encarnó en el vientre de la Virgen María, se hizo Dios con nosotros y nació en Belén. Desde ahí, en la periferia, en la pobreza, en la pequeñez del recién nacido, Dios se dio a conocer a todos los pueblos de la tierra. Allí fue encontrado por los magos de oriente. Esto es lo que agradecemos al Señor con nuestra Eucaristía dominical.

Buscar y encontrar a Jesús

Textos: Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3. 5-6; Mt 2, 1-12.

epifania-a-17

Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía del Señor. Epifanía significa manifestación. En este caso se trata de la manifestación de Dios al mundo en nuestra carne mortal. Su Hijo, al que José le puso el nombre de Jesús, se encarnó en el vientre de la Virgen María, se hizo Dios con nosotros y nació en Belén. Desde ahí, en la periferia, en la pobreza, en la pequeñez del recién nacido, Dios se dio a conocer a todos los pueblos de la tierra. Allí fue encontrado por los magos de oriente. Esto es lo que agradecemos al Señor con nuestra Eucaristía dominical.

Hoy Jesús, el Hijo de Dios que en aquella ocasión se dejó encontrar por los magos, se nos manifiesta también pequeño en el Pan y el Vino. Ellos se pusieron en camino, lo buscaron, preguntaron por Él, lo encontraron, lo contemplaron, lo adoraron, le dieron sus regalos, se llenaron de su vida, platicaron de Él. A nosotros, que nos hemos puesto en camino para llegar hasta este templo, nos toca hacer lo mismo que los magos –y el Señor nos da esta oportunidad–, es decir, buscarlo, encontrarlo, contemplarlo, adorarlo, comerlo, ofrecerle nuestra persona y comunidad, llevarlo con nosotros, dar testimonio de Él. Los textos de la Palabra de Dios se convierten para nosotros en la estrella que nos guía a su encuentro. Dejémonos conducir por ellos.

Dios y su proyecto de salvación no eran únicamente para los judíos, como hoy no son sólo para los cristianos, sino para todos los pueblos de la tierra. Así lo expresan Isaías y Pablo, como escuchamos. Los magos hacen presentes a todas las naciones, a todas las culturas, a todas las religiones. Ellos eran considerados paganos y fueron capaces de descubrir la presencia del Hijo de Dios en el mundo. Estaban abiertos a su acción y se pusieron en camino, lo buscaron y lo encontraron. Dieron con Él no en el palacio, donde se supondría que se encontraba el Rey de los judíos, ni en el templo donde pudiera estar el Hijo de Dios, sino en la cueva de Belén.

Esto no sucedió con Herodes ni con los sumos sacerdotes. Ellos más bien se cerraron a la acción salvadora de Dios porque estaban encerrados en sus intereses egoístas de poder, dominio, abuso contra su pueblo. Estando cerca de Belén, incluso ya sabiendo del nacimiento de Jesús, permanecieron en su palacio o su templo. No fueron capaces de escuchar el mensaje de Dios en la voz de los magos, mucho menos de ponerse en camino, de preguntar por el Niño, encontrarlo, alegrarse, contemplarlo, adorarlo, ofrecerle sus regalos, llevarlo con ellos y proclamarlo. Si se hubieron unido a los magos y se hubieran dejado guiar por la estrella, lo habrían logrado.

A nosotros Jesús se nos manifiesta hoy no sólo en el altar como Alimento, sino también en el sufrimiento del pueblo, muy golpeado por los poderosos de hoy y en vías de empobrecerse aún más, debido a los aumentos de la gasolina, el gas, la luz, y con ello, del costo de la canasta básica y todo lo necesario para la vida digna. Jesús se nos muestra en los migrantes, enfermos, indígenas, porque quiso encarnarse y nacer en todos ellos. Tenemos que descubrir su presencia en esos hermanos, buscarlo, encontrarnos con Él, experimentar la alegría de tocarlos, ofrecerles nuestra persona y servicio, llenarnos de su vida, convertirnos en testigos de Jesús.

Que este encuentro Eucarístico no se quede en recibir a Jesús en la Comunión. No nos encerremos en intereses egoístas de dinero, poder, dominio, abuso. Más bien, busquémoslo y encontrémoslo donde está presente: en los sufrientes y descartados de la sociedad. Dejémonos guiar por la estrella y, como los magos, demos testimonio de nuestro encuentro con el recién nacido.

8 de enero de 2017

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