Homilía del 10º domingo ordinario 2012

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Familia de locos y endemoniados

Textos: Gn 3, 9-15; 2 Cor 4, 13-5,1; Mc 3, 20-35.

El texto del Evangelio de este domingo nos sacude al caer en la cuenta de que, como bautizados, seguimos a uno que fue considerado loco por sus familiares y acusado de endemoniado por los escribas. Todavía más: tenemos que dar testimonio con nuestra vida de un loco y endemoniado. Jesús espera que cumplamos la voluntad de Dios como Él la cumplió y que, de este modo, seamos miembros de su familia. Hay que vivir pues como familia de locos y endemoniados.

Familia de locos y endemoniados

Textos: Gn 3, 9-15; 2 Cor 4, 13-5,1; Mc 3, 20-35.

 

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El texto del Evangelio de este domingo nos sacude al caer en la cuenta de que, como bautizados, seguimos a uno que fue considerado loco por sus familiares y acusado de endemoniado por los escribas. Todavía más: tenemos que dar testimonio con nuestra vida de un loco y endemoniado. Jesús espera que cumplamos la voluntad de Dios como Él la cumplió y que, de este modo, seamos miembros de su familia. Hay que vivir pues como familia de locos y endemoniados.

Jesús vivía de una manera distinta a la de cualquier judío. En su casa había trabajo y comida, en su pueblo había muchachas con quien casarse, en la sociedad había puestos qué alcanzar. Y él decidió mejor salirse de su casa, no asumir el modo de vida matrimonial, no buscar puestos en la sociedad. Y no lo hizo por huir de las responsabilidades de trabajador, de la carga matrimonial ni de ser “alguien” en su pueblo. Lo hizo por dedicarse a anunciar el Reino de Dios.

Esto por una parte le trajo conflictos, dificultades y problemas; por otra, mucha gente lo comenzó a buscar y seguir para escucharlo o para ser favorecida con algún milagro. Muchas veces, como dice san Marcos, no lo dejaban ni comer. Además no tenía casa, andaba por los pueblos, no tenía un trabajo para ganar el pan del día, no aspiraba a las grandezas de este mundo. Por eso sus parientes decían que estaba loco. Su vida contrastaba con lo ordinario de un judío.

Hoy sucede lo mismo. El mundo ofrece una vida lo más cómoda posible, llena de placeres, lujos y bienestar, proyectos de éxito y fama, sueños de estar al último grito de la moda en todo. Las familias en general no van educando a los hijos para el compartir, el perdón, la preocupación por los demás, especialmente por los pobres; difícilmente se les orienta a la vida en comunidad, a comprometerse con el bien común de la sociedad, a soñar en un mundo justo.

Quienes, como Jesús, deciden hacer la vida de un modo distinto al que se nos propone, sobre todo a través de los medios de comunicación, son vistos como personas raras; locas, podemos decir. Si alguien decide vivir austeramente y no aspira a hacer dinero ni bienes materiales o a tener un puesto, si comparte sus bienes con los pobres, si perdona a quienes lo agreden, si lucha por hacer una vida en comunidad y por el bien común de la sociedad, es considerado loco.

Los escribas acusaban a Jesús de estar poseído por Satanás y de tener por eso la capacidad de expulsar demonios. No aceptaban que uno que no tenía escuela como ellos, hiciera el bien. No se alegraban con que muchas personas fueran liberadas del demonio e hicieran una vida normal. No descubrían la acción del Espíritu Santo en el servicio de un iletrado ni en la liberación de los poseídos. Este era su pecado: cerrarse al Espíritu de Dios y a la vida del Reino de Dios.

En nuestros días se condena también –incluso se sataniza–a personas, grupos, comunidades, movimientos de la Sociedad Civil que, abiertos a la acción del Espíritu Santo, buscan condiciones de vida digna tanto para las personas como para la naturaleza. Les sucede lo mismo que a Jesús. Y, sin embargo, todos los bautizados, personal y comunitariamente, estamos llamados a caminar guiados por el Espíritu de Jesús y a implementar acciones que garanticen la vida digna.

Por el Bautismo pertenecemos a la familia de Jesús, pues fuimos aceptados como hijos de Dios. Pero falta que la mayoría vivamos como familiares suyos, es decir, que cumplamos la voluntad de Dios y nos comprometamos con la causa de su Reino, al igual que Jesús. Animados por el texto del Evangelio, asumamos nuestra pertenencia a la familia de Jesús, una familia de locos y endemoniados que dan testimonio de un loco y endemoniado, que se nos da como pan.

10 de junio de 2012

1 pensamiento sobre “Homilía del 10º domingo ordinario 2012

  1. muy bonita la homilia, gracias por ello, esta bien redactada y explicada en todos sus detalles. Nuevamente gracias mil por esta su pagina que llevan a las personas que seguimos a Dios Nuestro Señor y dador de Vida.

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