Guía para la celebración dominical en familia (1º de noviembre de 2020)

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Les compartimos una guía para la celebración dominical de la Palabra, para el próximo domingo 1º de noviembre.

Vivir con espíritu de pobre

Celebración dominical de la Palabra en familia – Fiesta de Todos los Santos – 1º de noviembre de 2020

Parroquia de Santo Niño Milagroso, en Huescalapa, Jal.

 

  • Preparar un altar con la Biblia abierta en Mt 5, 1-12, el cirio encendido, flores y una imagen de Jesús en el Sermón del Monte. Un letrero: “Dichosos los que tienen espíritu de pobre”. Imágenes de lo que produce felicidad.

 

INICIO

CANTO: Las bienaventuranzas (Se puede encontrar y descargar en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=MvSOGTY5y4Y&list=RDMvSOGTY5y4Y&start_radio=1).

PAPÁ:     Estamos reunido nuevamente como familia en domingo, Día del Señor, para la celebración de la Palabra. Este domingo es 1º de noviembre, fiesta de Todos los Santos, es decir, de las personas de todos los tiempos y de todas las religiones que han vivido la justicia, la solidaridad, el amor, y que ya están con Dios después de esta vida. Unidos a toda la Iglesia, participemos con gusto de esta celebración.

MAMÁ:    Iniciemos En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Contemplemos el altar (silencio). ¿En qué nos hace pensar? ¿En qué se pone ordinariamente la felicidad? ¿Y sí es feliz la gente que tiene mucho dinero, que anda a la moda, que tiene todas las comodidades?

Pidamos perdón a Dios porque hemos caído en la tentación de buscar la felicidad en las cosas materiales y esto nos lleva a envidiar, pelear, dividirnos, aprovecharnos de los demás. A cada una respondemos: Perdón, Señor, perdón.

 

PALABRA DE DIOS

PAPÁ:     En el texto del evangelio para este día, Jesús nos presenta el proyecto de vida para sus discípulos y discípulas, proyecto llamado “Las Bienaventuranzas”. Nos preparamos en silencio para escucharlo. Cada quien le pide a Dios que le abra el corazón para acoger su Palabra.

  • Uno de los hijos toma la Biblia del altar y lee Mt 5, 1-12.

Repasemos este texto: ¿Por qué dice Jesús que son dichosos los pobres de espíritu? ¿Por qué son dichosos los afligidos? ¿Por qué son dichosos los mansos? ¿Por qué son dichosos los que tienen hambre y sed de justicia? ¿Por qué son dichosos los misericordiosos? ¿Por qué son dichosos los limpios de corazón? ¿Por qué son dichosos los que trabajan por la paz? ¿Por qué son dichosos los perseguidos por causa de la justicia? ¿Por qué son dichosos los discípulos perseguidos por la causa de Jesús? ¿Por qué tienen que alegrarse y brincar de gozo los discípulos de Jesús?

MAMÁ:    Las Bienaventuranzas son el proyecto de vida que Jesús planteó para sus discípulos y discípulas; por lo tanto, son también para nosotros. La primera –“Dichosos los que tienen espíritu de pobre”– sintetiza a todas las demás, porque quien es pobre de espíritu o tiene espíritu de pobre, es sencillo, transparente, misericordioso, servicial, busca la justicia, trabaja por la paz, es limpio de corazón, acepta el sufrimiento que viene por dar testimonio de Jesús. Así tendríamos que estar viviendo nosotros todo el tiempo.

Hay personas que siendo o no católicas viven o vivieron de esta manera, por lo que son personas santas. Como ejemplos tenemos a Ghandi, Martin Luther King, san Francisco de Asís, Santa Teresa de Calcuta; pero también aquí en nuestra familia y comunidad ha habido y hay personas que así viven o vivieron.

Ahora, preguntémonos: ¿Somos personas con espíritu de pobre? ¿Sabemos consolar a quienes sufren? ¿Somos misericordiosos? ¿Somos mansos? ¿Anhelamos la justicia? ¿Somos limpios de corazón? ¿Trabajamos por la paz? ¿Hemos sufrido por causa del anuncio del Evangelio?

Como respuesta al evangelio y como compromiso para nuestra vida, vamos a recitar juntos la siguiente oración de acción de gracias a Dios.

 

ORACIÓN Y BENDICIÓN

TODOS/AS:  Gracias, Dios nuestro. Nuestros corazones se unen para darte gracias por Jesucristo, nuestro Salvador.

Él ha abierto las puertas de tu Reino a los pobres de este mundo, a los que tienen hambre y sed, a los que sufren y lloran en silencio, a los comprensivos con la debilidad ajena, a los limpios de corazón, a los amantes de la paz y la justicia.

Al recordar hoy la gloria de todos los santos sin nombre, reconocemos que tu poder brilla en la debilidad humana.

Bendito seas, Señor, por todas las personas buenas que han vivido y viven en nuestra Casa común; ellas nos dan alegría, fuerza y esperanza en nuestro caminar hacia Ti. Con estas, personas santas de toda nación y raza, de todo pueblo, lengua, religión y color, te aclamamos, te alabamos, te damos gracias, Señor, y te decimos: Padre nuestro

MAMÁ:    Terminamos nuestra celebración haciendo la cruz sobre nosotros, mientras decimos: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

  • Canto final: Las bienaventuranzas.

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