Tatcher vive en su legado

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La muerte de Margaret Tatcher quien fue Primer Ministra inglesa de 1979 a 1990, nos recordó la vigencia de su legado político. Las reformas económicas que esta mujer impulsó han tenido impacto en todo el mundo, en cada una de nuestras casas y familias.

Apartada de la vida pública desde hace más de 10 años, la imagen de Dama de Hierro de Tatcher se había obscurecido en el siglo XXI, en especial para las nuevas generaciones. Ni siquiera la reciente película protagonizada por Mery Streep «The Iron Lady” que retrata la vida de una envejecida y casi senil mujer atormentada por los recuerdos de su vida política, pudo regresar su imagen al inconsciente colectivo.

Fue la primera mujer en Europa en convertirse en Primer ministra y la única que ha ocupado ese puesto en la historia del Reino Unido, aunque ella nunca quiso que se le distinguiera por eso. Fue la Dama de Hierro entre otras cosas porque en su gestión igual declaró la guerra a Argentina por Las Malvinas, encabezó una cruzada económica para rediseñar el sistema internacional hacia un neoliberalismo conservador y enfrentó inflexiblemente a los grandes sindicatos y al Ejército Republicano Irlandés. Transformó la economía inglesa, y renegó hasta el último momento de la presencia del estado en ámbitos como la salud, la educación o el transporte. Lo que ahora se conoce como el thatcherismo implica una forma única de hacer política: optar por la confrontación antes que el pacto, ofrecer alternativas pero con sus propias condiciones, promover un individualismo (actuar sólo para su propio beneficio) liberando al Estado de cualquier responsabilidad sobre la sociedad y su bienestar.

Aunque hoy Tatcher no sea una figura tan conocida, las consecuencias de su liderazgo han impactado hasta el último de los hogares de México y América Latina. Fue la gran impulsora de los recortes de la asistencia social gubernamental, a ella le debemos que no existan más programas sociales orientados redistribuir la riqueza. Las grandes privatizaciones del sexenio de Salinas de Gortari, como la venta de TELMEX y CEMEX; o de Ferrocarriles Mexicanos en el gobierno de Zedillo fueron inspiradas en la visión neoliberal de Tatcher: culpar al Estado de los problemas económicos, especialmente en la Inglaterra de los setentas. Así, las reformas estructurales en política social se orientaron a que el que no trabajara, no comiera, como ella misma apuntaba.

Incluso la reciente visita del presidente Enrique Peña Nieto a Japón, replicó los discursos de Tatcher al recordar en rueda de prensa que el uso legítimo de la violencia ante las manifestaciones del magisterio es obligación del Estado para garantizar el orden. Tatcher criticó y actuó duramente ante las manifestaciones obreras culminando con la disolución de sindicatos, levantamientos sociales y una aversión generalizada de la clase trabajadora hacia ella. Son estos elementos en las reglas del sistema económico global y las políticas locales, lo que nos recuerda que su legado no se termina con su muerte.

Publicación en Impreso

Edición: 127
Sección: Miradas
Autor: Carlos Cordero

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