Entre lo cotidiano y lo estructural

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Jeffrey Alexander, un reconocido sociólogo contemporáneo, fue insistente en hablar de las relaciones entre lo micro y lo macro, entre lo cotidiano y los grandes procesos sociales, entre las historias de las comunidades y los grandes relatos históricos, entre las biografías y la historia.

La crisis sanitaria derivada de la expansión del COVID 19 nos lleva a generar reflexiones en dos ámbitos distintos, pero muy necesarios: primero la emergencia que se vive en las comunidades y en los entornos locales, que son los que más sufren las consecuencias de esta situación; segundo, la reflexión sobre ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿qué hicimos o qué no hicimos para que esta pandemia tenga estos graves efectos? ¿es un signo más de la crisis civilizatoria en la que estamos inmersos?

Lo cotidiano y lo inmediato nos urge a la acción, a las estrategias de mitigación de los peores efectos, a pensar en los vecinos y sus necesidades, a escudriñar las posibilidades de enfrentar esta situación de forma colectiva. Nos lleva a pensar que nadie se puede salvar solo, como lo dijo el Papa Francisco hace unos días, y por lo tanto la solidaridad se convierte en la forma de encarar la crisis, no desde el miedo, sino desde la confianza de que juntos podremos salir adelante.

El miedo y el pánico, que muchos se dedican a incentivar, paraliza y hace desconfiar, el miedo nos lleva al aislamiento radical y a pensar que todo lo que hacen los demás nos va a dañar, el miedo nos lleva a la soledad y al individualismo más extremo, el miedo nos lleva a pensar y actuar sólo pensando en nuestras propias necesidades, el pánico provoca que busque salvarme yo, aunque a los demás les caiga la desgracia.

De hecho, el miedo es un enorme motor de la economía, porque nos hace comprar un sinfín de cosas en aras de un discurso de seguridad. El capitalismo moderno basa buena parte de sus estrategias en el impulso de la economía del miedo, esa que nos convierte en consumidores compulsivos de “seguridades” de toda índole, muchas de ellas inefectivas. Entre más miedo, más desconfió de los demás y más vulnero las capacidades de construir comunidad.

La solidaridad siempre debe tener traducciones concretas, es decir, “obras son amores y no buenas razones”, los discursos, memes, videos, poesías, reflexiones teóricas, entre otras, deben llevarnos a la acción solidaria, a la concreción de la ayuda y a la capacidad real de aliviar el sufrimiento del otro. La reflexión sobre lo micro, entonces, debe girar alrededor de lo que vamos a hacer el día de hoy para ser solidarios con los que más necesitan.

La segunda vertiente de la reflexión que propongo está alrededor del fracaso que representa nuestra sociedad, que mantiene una escandalosa desigualdad; que no es capaz que brindar el derecho a la salud para todas y todos; que día con día expande nuestra capacidad de competir, en detrimento de nuestra capacidad de cooperar; una sociedad que no tiene la imaginación para pensarse distinta y que cree que lo imposible es el cambio, cuando lo que estamos viendo que es imposible es seguir como estamos ahora.

Esta crisis cuestiona de manera profunda la forma como nos relacionamos entre nosotros y las estructuras sociales que hemos creado. Hemos visto los límites de la ciencia, la falta de capacidades de los Estados y nos está llevando a pensar y cuestionar de forma profunda en los propósitos de estar juntos, ¿es para competir o es para cuidarnos? ¿lo más importante es la reproducción y la acumulación del capital o la salud de las personas? ¿de verdad los gobiernos nos pueden garantizar los derechos o sólo administran la desgracia? ¿estas estructuras sociales nos facilitan la felicidad o solo nos mantienen en el miedo perpetuo?

Estamos en una cuarentena social que puede ser una excelente oportunidad para discernir cuál es nuestra vocación como sociedad y donde están las tentaciones que día con día están frente a nosotros.

Dr. Jorge Rocha Quintero

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Dr. Jorge Rocha Quintero. Académico del ITESO. Colaborador de El Puente. Escribe en revistas y medios de Jalisco y de la Compañía de Jesús. Le va a Atlas aunque ganen.

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