Mes: agosto 2018

Homilía para el 21er domingo ordinario 2018

Optar por Jesús

Ordinario21 B 18

Después de que Jesús se ofreció varias veces como alimento, primero como Pan y luego dando su Carne y su Sangre, no sólo los judíos sino también muchos de sus discípulos lo rechazaron diciendo que andaba mal, que era intolerable su manera de hablar. Lo mismo sucede hoy con muchos bautizados, si no de palabra, con los hechos. En este domingo, Jesús nos vuelve a ofrecer su Carne y su Sangre para que nos mantengamos unidos a Él y lo sigamos sin ponerle peros, pretextos o condiciones. En el momento de la consagración nos dirá: Tomen y coman, esto es mi Cuerpo que será entregado por ustedes; Tomen y beban, esta es la Sangre que será derramada por ustedes.

Homilía para el 20º domingo ordinario 2018

Comer la Carne que da vida

Ordinario20 B 18

Jesús no se cansaba de ofrecerse como el Pan vivo bajado del cielo, el Pan que da la vida al mundo, el Pan que da la vida para siempre. Esto provocó discusiones en la sinagoga de Cafarnaúm sobre cómo era posible que Jesús diera a comer su Carne. El Pan que ofrecía era su Carne, es decir, su persona, su mensaje, su proyecto, su estilo de vida. Y también dijo que quien se lo comiera y se lo bebiera, tendría vida. Hoy, en la Comunión, nos da su Cuerpo y su Sangre, para que tengamos vida.

Homilía para el 19º domingo ordinario

Comer el Pan vivo bajado del cielo

Ordinario19 B 18

La revelación de Jesús como el Pan vivo bajado del cielo causó conflictos y desconcierto, como acabamos de escuchar en el texto del evangelio. Cuando a alguien no le interesa ni Jesús ni las cosas de la comunidad o de la sociedad, siempre les va a poner peros o va a hablar mal de ellos. Así le sucedió a Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm. Esto nos puede ayudar para prepararnos a recibir de manera sacramental a Jesús, el Pan vivo bajado del cielo, en la Comunión.

Homilía para el 18º domingo ordinario 2018

Creer en Jesús, el Pan de vida

Ordinario18 B 18

En este texto que acabamos de escuchar, san Juan nos narra lo que sucedió al día siguiente de la multiplicación de los panes. La gente volvió a buscar a Jesús para comer nuevamente. Jesús se lo echó en cara al decirles que no lo andaban buscando por los signos del Reino que realizaba sino por haber comido hasta llenarse y los invitó a trabajar por el alimento que dura para la vida eterna. Esa invitación es para nosotros hoy, que nos reunimos para la Eucaristía dominical.