Mes: febrero 2016

Homilía para el 3er domingo de Cuaresma 2016

Nueva oportunidad para convertirnos

Cuar3 C 16

Dios se hace presente en medio del sufrimiento de su pueblo para hacerlo experimentar su misericordia. Es lo que aparece en estos textos bíblicos que se acaban de proclamar y que recitamos en el salmo, al repetir que es clemente y misericordioso. Hoy se hace presente entre nosotros en medio de los sufrimientos que nos están provocando la injusticia, la pobreza, la violencia, la destrucción del medio ambiente, las catástrofes. Espera nuestros frutos de conversión.

Homilía para el 2º domingo de Cuaresma 2016

Transfigurar nuestro mundo

Cuar2 C 16

Acabamos de tener la visita del Papa Francisco a nuestro País. Tuvimos la oportunidad de seguir sus recorridos, gestos, palabras, reacciones, durante los días que estuvo entre nosotros. Hemos visto una y otra vez videos de lo que dijo e hizo, se han realizado muchos programas de discusión sobre sus mensajes, sus actitudes, sus posiciones. Nos emocionamos al verlo llegar, pasar, saludar, abrazar enfermos y presos, despedirse. Puede ser que nos pase lo mismo que a Pedro.

Homilía para el 1er domingo de Cuaresma 2016

Vencer las tentaciones

Cuar1 C 16

Esto que acabamos de escuchar en el Evangelio es un resumen del ambiente en que Jesús vivió su actividad misionera. Las tentaciones estuvieron siempre presentes en su ministerio, desde el desierto hasta la cruz. La cruz fue el momento oportuno al que se refiere san Lucas al final del texto. Si nos fijamos bien, las tentaciones fueron en un ambiente de retiro, soledad, oración, ayuno. Él se había ido al desierto para prepararse interiormente a comenzar su misión.

Homilía para el 5º domingo ordinario 2016

Una experiencia de misericordia

Ord5 C 16

Dios es tan misericordioso que nos llama al anuncio del Evangelio. Esto es común en los textos bíblicos que se acaban de proclamar y que nos ayudan a prepararnos para recibir la Comunión. Con esta Eucaristía dominical agradecemos a Dios que nos ha llamado no sólo para ser sus hijos sino para ser transmisores de su Palabra. Algo semejante a lo que les sucedió a Isaías, a Pablo y a Simón Pedro, quienes se reconocieron pecadores, pero dispuestos a colaborar con el Señor.