Mes: febrero 2013

Homilía para el 2º domingo de Cuaresma 2013

Escuchar a Jesús

Textos: Gn 15, 5-12. 17-18; Flp 3, 17-4,1; Lc 9, 28-36.

Hoy, segundo domingo de Cuaresma, Dios nos invita escuchar a su Hijo. Jesús estaba en el monte, transfigurado, dialogando con Moisés y Elías sobre la muerte que le esperaba en la ciudad de Jerusalén, acompañado por tres de sus apóstoles adormilados y cubierto por la nube. En ese ambiente, Dios hace escuchar su voz, como la había pronunciado después del Bautismo de Jesús. No habla mucha. Solamente dice: “Este es mi Hijo, mi escogido: escúchenlo” (Lc 9, 36).

Homilía para el 1er domingo de Cuaresma 2013

La fuerza de Jesús

Textos: Dt 26, 4-10; Rm 10, 8-13.

Jesús fue tentado, como escuchamos en el texto del Evangelio. El diablo le presentó posibilidades, situaciones, condiciones de las que Jesús se podía aprovechar para manifestarse poderoso. Y no cayó. Sí apareció que era poderoso, pero contra el demonio; se mostró fuerte, pero en la relación para con su Padre. Jesús tenía muy claros los compromisos del pueblo de Israel para con Dios: escuchar su Palabra y cumplirla, adorarlo sólo a Él, evitar tentarlo.

Homilía para el 4º domingo ordinario 2013

Pecadores y evangelizadores

Textos: Is 6, 1-2. 3-8; 1 Cor 15, 1-11; Lc 5, 1-11.

Acabamos de escuchar en el texto del Evangelio cómo, puesto a los pies de Jesús, Simón Pedro se confesó pecador. De la misma manera el profeta Isaías había reconocido ser una persona de labios impuros y Pablo se describió como un aborto, debido a su condición de perseguidor de la Iglesia. Sin embargo, los tres fueron enviados a la misión: Isaías como profeta, Pablo como apóstol y Simón como pescador de hombres. Todos fueron purificados por Dios para predicar.

Homilía para el 4º domingo ordinario 2013

Profeta admirado y rechazado

Textos: Jr 1, 4-5. 17-19; 1 Cor 12, 31-13, 13; Lc 4, 21-30.

Hace ocho días escuchamos el anuncio de la misión de Jesús. Ésta está resumida en la frase que se proclamó en la aclamación antes del Evangelio: “llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos” (Lc 4, 18). Hoy san Lucas nos ofrece lo que sucedió en la sinagoga de Nazaret después de ese anuncio. Primero fue la admiración de sus paisanos, luego siguió la incertidumbre –“¿No es éste el hijo de José?” (v. 22)– y, finalmente, vino el rechazo.