Mes: junio 2012

Homilía de la Fiesta de la Natividad de San Juan Bautista 2012

Nombre y misión

Textos: Is 49, 1-6; Hch 13, 22-26; Lc 1, 57-66. 80.

Hoy que celebramos el nacimiento de san Juan Bautista, los textos bíblicos, especialmente el Evangelio, nos ayudan a reflexionar sobre nuestra condición cristiana y sobre nuestra Diócesis, que cumple cuarenta años. San Lucas, al narrar el nacimiento del profeta, pone el acento en el nombre que llevaría el recién nacido. Tanto Isabel como Zacarías insistieron en que se llamaría Juan, como les había dicho el ángel al anunciarles que tendrían un hijo.

Homilía del 11er domingo ordinario 2012

Sembrar el Evangelio

Textos: Ez 17, 22-24; 2 Cor 5, 6-10; Mc 4, 26-34.

El texto del Evangelio empalma bien con el tiempo que estamos viviendo. Hoy es el Día del Padre y estamos en el inicio de las siembras. Como bautizados nuestro deber es sembrar el Evangelio: los papás en sus hijos y todos en la comunidad. Hay que hacerlo como los que se dedican a cultivar la tierra: siembran con la esperanza de lograr una buena cosecha. Pero, antes tenemos que ser tierra fecunda que recibe la semilla del Evangelio y la deja producir muchos frutos.

Homilía del 10º domingo ordinario 2012

Familia de locos y endemoniados

Textos: Gn 3, 9-15; 2 Cor 4, 13-5,1; Mc 3, 20-35.

El texto del Evangelio de este domingo nos sacude al caer en la cuenta de que, como bautizados, seguimos a uno que fue considerado loco por sus familiares y acusado de endemoniado por los escribas. Todavía más: tenemos que dar testimonio con nuestra vida de un loco y endemoniado. Jesús espera que cumplamos la voluntad de Dios como Él la cumplió y que, de este modo, seamos miembros de su familia. Hay que vivir pues como familia de locos y endemoniados.

Homilía del domingo de la Santísima Trinidad 2012

Derechos y deberes

Textos: Dt 4, 32-34. 39-40; Rm 8, 14-17; Mt 28, 16-20.

Hoy celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad. Esta fiesta nos vuelve a los derechos y deberes que adquirimos en el Bautismo. Fuimos bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, según el mandato de Jesús. En esa celebración quedamos constituidos hijos del Padre, hermanos de Jesús y templos del Espíritu Santo. Con esta Eucaristía le damos gracias a Dios y renovamos nuestra comunión con Él en esa triple dimensión de nuestra vida.